miércoles

Dejarse llevar

Esta mañana salía to empaná (estos dos días de curro me he tenido que levantar a las 4:50 porque mi tren pasa a las 5:39 por la parada), y me doy cuenta de que no tengo dinero suficiente en monedas, que tengo tarjeta de débito, y un billete de 50€. Llueve, es de noche, tengo sueño, el tren está a punto de pasar, la máquina no acepta billetes de 50 (ni de 20), me da palo abordar a esa persona que hay en el andén para que me cambie por si se piensa que la voy a timar... aish... quiero dormiiiiiiiiir.

Las posibles combinaciones se agolpan en mi mente... STOP. "Deslíiiiiizate" (¿Alguien ha visto El Club de la Lucha? La escena del pingüino). Pues eso... "CONFíIIIIA".

Total, meto la tarjeta en la máquina. Lo que tengo en monedas no me da para el autobús, pero ahí casi seguro que no tienen datáfono.

Es muy temprano. No son ni las 6... uffff... "¿dónde voy a cambiar el billete?", pensaba,  "¿Dónde?".

Pues anda que no hay ya movimiento en la estación a esa hora.

Además, la tienda de desayunos ya está abierta. OEOEOEOE.


Pero qué fáciles son a veces las cosas, y cuánto nos complicamos.






Aunque al principio parece que aterizamos en un planeta totalmente diferente, si funciona es porque tiene una lógica y no hay más que hacerse con ella. Por eso... dejarse llevar es una gran opción.

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